MULTIPLICA LO MALO
Este post es para líderes. Así que… toma nota. Porque el potencial del liderazgo está en todos desde la misma creación. Cuando Dios hizo al hombre lo hizo como la corona de su creación y le dio por tarea el señorío de la Tierra. Así que… el liderazgo es parte de nuestra constitución desde nuestra creación.
Las diferentes áreas de liderzgo van desde ser padres hasta dirigir una gran nación, pasando por ser el presidente del aula en el colegio, el director de un proyecto del trabajo, el dirigente de una comunidad, o ser el gerente de una empresa transnacional.
Ahora, una verdad que debemos entender los que somos líderes activos de todos los líderes potenciales que existen, es el poder de la multiplicación que tenemos. Y desde ya les aviso que esto nos puede confrontar cara a cara con una terrible verdad. Déjenme decirlo de la mejor manera, porque mi deseo es siempre edificarte e inspirarte para que llegues a desatar todo el potencial con que Dios te creó.
Esta es la verdad a la que me refiero: un líder multiplica todo, sea para bien, o sea para mal.
Por ejemplo, si como líder tratas groseramente a uno de tus miembros, es casi seguro que eso se multiplica, porque habrán otros debajo de ese miembro al que trataste mal, y es casi seguro que los tratará de la misma manera. Ahí se cumplirá que aquel líder es de los que “multiplica lo malo”.
Una de las razones de porqué un jóven esposo trata mal a su jóven esposa es porque está siguiendo el modelo que aprendió de su padre. Él vio como su padre trataba a su madre, cómo le dirigía palabras hirientes y de menosprecio, cómo le oprimía y restaba importancia, cómo le condenaba a ser simplemente una sirvienta. Ese padre era otro que “multiplica lo malo”. Y es que no hay otra alternativa, los líderes lo multiplican todo, para bien o para mal.
Ahora, aquí viene el choque. Si hemos sido líderes y no hemos logrado multiplicar lo bueno, es porque lo que hemos multiplicado más es lo malo. Yo sé, es muy duro decir esto, pero si reflexionamos, puede ser que ahora si usemos la capacidad de multiplicación que tiene todo líder, pero para lo bueno.
No nos justifiquemos… de verdad reflexionemos. Y no nos descalifiquemos, la reflexión es para que nos restauremos. Y aunque algunos no adoren a Jesús como otros lo hacemos, es innegable, que si hay uno que ha multiplicado lo bueno, es Él.