Estábamos tres amigos sentados alrededor de una mesa, un pastor y dos apóstoles. Hablábamos de todo un poco, hasta nos consolamos unos a otros porque somos de la Liga (equipo de fútbol en Costa Rica), y no le ha ido muy bien. Pero era inevitable que habláramos de nuestra pasión número uno: Dios.

Dentro de toda la conversación comencé a contarles de nuestras reuniones los jueves y los domingos, y de los milagros y manifestaciones con que el Espíritu nos ha sorprendido, por lo cual, nadie podría llamarnos, si habla verdad, “hacedores de milagros”, porque les digo, somos los primeros sorprendidos, no por falta de fe, no es eso, sino por lo tremendo que está pasando.
En la conversación uno afirmó: “algo perdimos en el camino”, pero al final del tema en cuestión estábamos claros que no fue ALGO que perdimos en el camino por lo cual hoy no vemos lo que era normal en la Iglesia del Primer Siglo. Que no fue ALGO lo que perdimos en el camino, sino a ALGUIEN: al Espíritu Santo.
Me adelanto a decir que alguno podría afirmar que los milagros y manifestaciones de parte de Dios ya pasaron. Eso es producto de dos cosas, de ser duros de corazón ante tantas situaciones donde el hombre, la mujer, el matrimonio, la familia, no tiene respuestas por más que las ha buscado en todo el conocimiento y capacidad humana, solo queda una cosa: un milagro, y los he visto, y miles los han visto. ¿Cómo se puede negar lo que testifican millones?. Y lo segundo es ignorar lo que dijo Jesús, y note que habló para el futuro, no para el presente de Él, que hoy es el pasado de nosotros. Él dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará” (Jn.14:12). Claro, como se requiere fe para esto, los que no la tienen toman el camino de la negación.
Y volviendo al punto. Testifico que yo mismo hoy comentaba que tengo ocho meses de estar hablando acerca de LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO, y siento, y así lo sienten miles de personas en mi iglesia, que parece que apenas estamos comenzando a conocerle. Les cuento que yo no soy el mismo, después de este re-encuentro con el Espíritu, mi familia, mi iglesia, el ministerio, todo a cambiado. Maravilloso.
Estamos en el camino equivocado si andamos pensando EN LAS COSAS que tal vez hemos perdido creyendo que ahí están las respuestas para avanzar en la vida cristina, alguno puede estar pensando que lo que perdió fue la vida de oración, o que ha perdido la costumbre de congregarse, o que ha perdido consagración, santidad, gozo, obediencia, lectura de la Palabra de Dios, o mil cosas más. Por supuesto que eso, todo eso, es importante, pero lo más importante es regresar al camino donde nos encontraremos con el eje de todo eso: el Espíritu Santo, la persona más extraordinaria de toda la Tierra.
Hoy me pregunto: ¿Cómo fue que hicimos todo lo que hicimos sin esta comunión que hoy tenemos con el Espíritu Santo? Pero ese es otro post.
Te amo Espíritu Santo, mi mejor amigo.