EXTRAÑO QUE ME DIGAN “PAPI”
Estaba hace unos minutos con mi familia, que incluye por supuesto a mi preciosa nuera “Tere”. Después de una reunión que estuvo increíble, más llena que nunca, y con una manifestación del Espíritu Santo “muy densa”. Hacía años que no sentía lo que sentí hoy. La banda me acompañó en una canción que improvisé, y a cada rato decía yo “wow”, es que estaba “pesada” la atmósfera de unción. Pero bueno, no puedo evitar decir estas cosas.
Al final me fui con mi familia, y tenía planeado en esta ocasión decirles solo una cosa.
La comida estuvo muy rica. Cuando ya era hora de venirnos les dije que necesitaba decirles algo. Y cada uno de mis tres hijos: Jonathan, Abraham y Joel; y a mi hija: Priscilla, les dije:
No importa lo que alguna vez hayan hecho mal, no importa cuántas veces se hayan equivocado, no importa si yo he sido avergonzado por alguna actuación de ellos, no importa lo que en el pasado hayan hecho, no importa si han dado malos pasos, nada de eso importa. Mirando a cada uno a sus ojos les fui diciendo “yo te amo, nada puede cambiar eso, y nunca nada lo cambiará, es imposible que eso alguna vez pueda suceder, mi amor nunca dejará de ser”. A mi hija se lo dije hace dos días, y hoy a cada uno, empecé por Joel, luego Jonathan, después Tere, y al final Abraham, en ese orden porque así estaban sentados alrededor de la mesa.
También les dije que extrañaba que no se acercaran más frecuentemente a decirme “papi”. Ya cuando van creciendo se sustituye por “pa”, y algunas veces “papi”, pero quiero que sea más “papi”. Para cerrar nuestro pacto les di “una semilla” a cada uno igual, porque yo creo en sembrar en los hijos.
Nos pusimos de pie, salimos del lugar, y había terminado mi reunión familiar semanal. ¡No hay nada como la familia! ¡Ese fue un plan de Dios! ¡Buen plan!